Mareque empieza a ganarse a la gente con un golazo clave para un triunfo clave. Cualquier semejanza con Pusineri no es pura coincidencia. ¿Otro ídolo se viene?Este Independiente ya se siente una especie de Roberto Carlos: tiene un millón de ilusiones. Porque este Independiente, también, cuenta con otra especie de Roberto Carlos: un lateral izquierdo que se dedica a jugar de eso, que mira el arco de enfrente y, de la nada, se inventa un fierrazo que rescata del fango a un partido empantanado en el cero.
La marea Roja sube y no hay quien la detenga. Ni la lluvia ni las lesiones, cualquier contratiempo recibe como contundente respuesta el dulce sabor de una punta que ya se tutea con este dueño que podrá ser rojo pero no se pone colorado. Tanta agua resulta insuficiente para apagar el fuego sagrado de este Infierno que luce encantador; y al cielo, entonces, no le queda otra que rendirse: hasta muestra un rayo de sol antes de darle paso a la noche -que no se venga la noche todavía- e iluminado sea San Lucas. San Lucas II, eh, otro Lucas con pilcha de héroe en Avellaneda, como para agregarle más condimentos, coincidencias y razones de ser al sueño de otra vuelta.
Para los hinchas de Independiente, Mareque no está a la altura de Pusineri, por supuesto. Aún le falta para ingresar en la categoría de ídolo, y sin embargo hay otra situación que asemeja a estos santos: así como el volante fue marginado de la última pretemporada en Salta, el lateral se llenó de bronca cuando Américo Gallego lo bajó de la anterior en Necochea. Pero, claro, la diferencia entre los Lucas reside en que Mareque gozó del indulto del Tolo. La intervención de César Luis Menotti, manager y consejero de la dirigencia, tuvo un peso vital para que el Tolo diera marcha atrás en su decisión y cediera la posibilidad de que el lateral la pelee desde adentro. Y adentro de la cancha es su lugar. Ya en el Apertura del año pasado se convirtió en una pieza fundamental del equipo del Tolo, se repuso a la chambonada del gol en contra ante Banfield (1-2) que bajó a Independiente de la discusión de arriba y ahora nadie se anima a correrlo hacia el otro lado de la línea de cal. Mareque, perseverante como pocos, se ganó el cariño de la gente y el respeto de sus compañeros. A tal punto que ayer, sin Matheu ni Gandín en cancha, debió ajustarse la cinta de capitán. Pero al irse, el Chipi no sólo le pasó el brazalete sino también todo su instinto animal. Y Lucas no lo desaprovechó. Ya no estaban Silvera ni Gandín, con todo lo que ellos representan en el área contraria, y fue el ex River quien se disfrazó de goleador. El goleador menos pensado, seguramente, más aún si la estadística arroja que éste ha sido su primer grito en los tres años que lleva vistiendo la casaca roja. "Lucas definió muy bien... El siempre es generoso con los demás, por ahí tiene la posibilidad de patear al arco y busca al jugador que está mejor ubicado. Esta vez se decidió a patear, algo que le suele pedir el Tolo", lo elogió el Chipi. En esa solidaridad, en la unión y el compromiso parece encontrarse la piedra basal de este grupo que se entusiasma con el título. Hoy por mí, mañana por ti. Acevedo sabe de qué se trata: "Que Mareque no se haga el distraído y más le vale que en la semana me traiga algún regalo. El se habrá sacado dos tipos de encima, pero antes el pase se lo di yo".
Qué más se le puede pedir a San Lucas...
DIARIO OLE
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