lunes, 22 de marzo de 2010

NO LO QUERIAN JUGAR

Antes del partido, los dirigentes del Rojo le apuntaron a Pompei ya que creían que debía suspenderlo: dijeron que la decisión tenía "sensación de irresponsabilidad".

"No se prevé que mejoren las condiciones, sino que continúen registrándose lluvias, con tormentas aisladas", decía la voz de Liliana Núñez por radio La Red a las 16.04. La cuestión era que el superclásico ya se había suspendido y, a casi una hora de que arrancara el partido en Avellaneda, la pregunta no cesaba: "¿Se juega?". Los directivos del Rojo no querían, los de Central metían presión para no volverse a Rosario sin fútbol y Juan Pablo Pompei tenía la palabra. Y su palabra fue un "sí" casi 40 minutos antes del horario en que debía haber arrancado el match, por eso lo pasaron para las 17.25. ¿El resultado? El equipo del Tolo ganó y sigue puntero, y eso que no lo querían jugar...

Lo cierto es que los alrededores del Libertadores estaban llenos de agua, los accesos del estadio también, los descansos de las tribunas estaban tan inundados que parecía que había un foso, y detrás y delante de los carteles de publicidad la cosa no cambiaba; al contrario: era peor. Y encima en esa zona hay mucho cableado...

Para colmo, la dirigencia del Rojo tenía el OK del Coprosede para no pagar el operativo de seguridad si el árbitro decidía suspenderlo antes de las 16.20. Para ese entonces, Pompei ya había salido una vez a recorrer el campo, con la Policía pero sin pelota. Y Cristian Mattera, secretario general del club, estallaba: "Jugar sería una decisión ilógica y hasta con una sensación de irresponsabilidad. Es anacrónico que sólo el arbitro tenga la potestad de decidir. No se ocupan de la gente, si se moja y quizás a los 15 minutos debe volverse a su casa porque no se puede jugar; y que el club tenga que pagar un operativo y, si se suspende, después otro. Hay que tener más respeto...".

Y mientras Cuffaro Ruso decía que "la intención es jugar ahora, como corresponde"; y al Tolo se le cruzaban millones de imágenes negativas (después contaría: "me acordé del partido con Lanús (1-5), el de Vélez (0-3) y el de Huracán (0-4 en 2002), cuando me tiraron una pata de palo y fuimos todos presos"); Pompei recorría la cancha y decía: "Se juega".

Ahora, ¿qué querían los jugadores del Rojo? "Hasta media hora antes no nos cambiamos, pero queríamos jugarlo. Ya estábamos acá, mentalizados con el partido y esperar era un poco fastidioso".

DIARIO OLE

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