No fue sencillo: padeció en el primer tiempo; y lo liquidó con un gol al principio y otro al final de la segunda mitad. No brilló, es cierto. Pero festejó como si lo hubiera hecho.No parecía la mejor ocasión para ver un Independiente-Huracán para guardar en lo mejor de la historia de los duelos entre ambos. Sucedía que la semana pasada el equipo de Américo Gallego se había quedado sin posibilidades en el Apertura (tras el 1-2 contra Banfield) y que Huracán se había quedado sin entrenador (tras la renuncia de Angel Cappa, luego de perder el clásico frente a San Lorenzo). No sólo eso: las posibilidades de ambos de ingresar a la Copa Libertadores 2010 ya no dependían sólo de sus eventuales triunfos en este tramo final del torneo. Sin embargo, ese primer tiempo sirvió para deshacer tales presunciones. No hubo goles en esa etapa a consecuencia de una razón compartida: las actuaciones de los dos arqueros, Adrián Gabbarini y Gastón Monzón. Cada uno por su lado se encargó -con destreza y reflejos notables- de sostener su propio cero. También hubo otro factor determinante: no estuvieron precisos al momento de definir (sobre todo Darío Gandín y Federico Laurito).Fue apenas más Huracán, a partir del buen manejo de Mario Bolatti y Patricio Toranzo y de las buenas apariciones de Gonzalo García y de Alan Sánchez. En las dos situaciones más claras, Gabbarini fue implacable, ante un cabezazo de Bolatti y en un mano a mano con Laurito.Independiente fue más vertical. No ofreció garantías en su defensa, pero del medio para adelante llegó rápido y profundo. Y se aprovechó de la dificultad de Huracán al momento de achicar hacia adelante (el equipo de Gallego tuvo dos mano a mano por eso).Quedaba, en consecuencia, todo por escribirse en el segundo tiempo. E Independiente lo empezó a escribir rápido: en la primera jugada de ataque, al minuto, Leonel Galeano encontró -de cabeza, a la salida de un córner y favorecido por la floja marca de Huracán- el primer grito de la noche en Avellaneda.En desventaja, al equipo de Jesús Martínez se le hizo más difícil. Sobre todo a partir de que Independiente se hizo más sólido en defensa. Huracán probó con su juego asociado, con cierta precisión de área a aérea. Pero no le alcanzó. Como casi siempre después del subcampeonato del Clausura, se diluyó en los últimos metros. Para colmo creció notablemente el rendimiento de Galeano y siguió siendo muy seguro Gabbarini. Todo en un segundo tiempo con menos vértigo y dos interrupciones (el árbitro Néstor Pittana lo paró dos veces por cantos xenófobos desde las tribunas). Así hasta el gol de Gandín, de contraataque. Y hasta ese final que le permite a Independiente estusiasmarse con la posibilidad de volver a ese lugar tan propio: la
Libertadores.
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