lunes, 23 de febrero de 2009

UN RESULTADO QUE CALMA LAS AGUAS


Con el 2-0 Independiente encontró un poco de alivio a su tormento y Racing se hundió aún más en el fango. ¿Y qué más? Poco, casi nada, por encima del folklore y de los gozos y los pesares que el sábado se instalaron en la cancha de Huracán.

Si a Racing ya lo tapó el agua, a Independiente la victoria le da margen para atravesar el colapso inmediato. Pero si Santoro y compañía hacen un simple ejercicio de proyección futbolera, se equivocarían si se quedan tranquilos.

No jugó Independiente como para alejarse de todas las espinas que lo vienen acompañando. Recién después del penal ejecutado con categoría por Montenegro, se animó a tocar la pelota con un atisbo de convicción. La convicción que, por otra parte, el equipo casi nunca logra imponer.

Precisamente por el lado de la convicción que hasta el momento no tiene, puede enfocarse el presente de Independiente. Porque es cierto que no cuenta con un plantel de iluminados. Por el contrario, su nivel es mediocre. Y en algunos casos puntuales, la oferta es inferior. Con citar un intérprete alcanza y sobra: Moreno todavía está haciendo los palotes en lo que al juego del fútbol se refiere.Si el triunfo puede relanzar al equipo va a depender de que incorporen algo vital en el fútbol de todos los tiempos: una idea, una convicción. Despachar pelotazos inútiles desde el fondo o el medio descalifica de por sí cualquier proyecto. ¿Esto es lo que propone Santoro? Seguramente, no. ¿Pero qué propone entonces? No se adivina la idea, no se advierte la convicción.

OTROS ESCENARIOS

Frente a Racing defendió el gol de Pusineri a los ponchazos y le alcanzó hasta que Montenegro clavó el segundo, pero Racing ya se ganó con amplitud el sello que lo identifica como el peor equipo del fútbol argentino.Racing no es medida. Independiente tiene que encontrar la suya. Porque la que muestra es pobre, insuficiente, frágil y cautiva de una vulnerabilidad extrema.No se rescata un equipo con algunas apariciones como las de Assmann, Tuzzio, Pusineri y Montenegro. Son aportes valiosos, pero si el resto no acompaña y mira los aviones o juega para la tribuna, como suelen hacerlo el Toti Ríos y Mareque, la respuesta global estará mucho más cerca del fracaso que del éxito.Precisa juntarse en la cancha el equipo. Juntarse para protegerse y agredir, como lo expresó en los últimos 20 minutos del partido, cuando se sintió seguro, confiado, ganador. Esa es la llave para acceder a otros escenarios.

La crisis de recursos y confianza que venía jaqueando al equipo lo había convertido en una versión impresentable. Quemaba la pelota. Como les quemó hasta el penal del Rolfi. Desde Chile, Claudio Borghi interpretó las urgencias: "El gran problema de Independiente es que perdió su identidad. Ahora quieren ganar de cualquier manera porque el club dejó de lado su mística".Es cierto, él tampoco la enriqueció mientras dirigió al plantel. Y se lo terminaron comiendo los jugadores. Santoro camina por el mismo abismo. Quizás por eso el estilo del equipo es la falta de estilo, de línea, de juego colectivo.El 2-0 debería servir para atrapar un camino futbolístico.

Para integrar lo que está disperso. Para querer la pelota. Si esto no ocurre, si el triunfo dejó el legado de un triunfo y nada más, el relax del sábado habrá sido en vano.En breve se verán las consecuencias. Las buenas y malas. Y las que trascienden al resultado.

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JELUZ