
Es raro que Independiente no haya vuelto a ganarle a Gimnasia en La Plata desde que hice aquel gol. Parece una maldición. Les arruiné un campeonato, es una espina que les dejé clavada y, por suerte, nunca tuve que andar solo por La Plata. Sería un peligro. Recuerdo muy bien la jugada: centro de Cagna desde la derecha y yo que le pego de zurda y de primera, como Maradona pero sin las piernas de él. No tuve la suerte que tiene Nasuti en la propaganda, je. Fue uno de esos tiros que, de 100 que pateás, cuatro van al arco y el resto quién sabe dónde. Pero entró. Y el silencio en la cancha fue tremendo. Es un gol que me marcó en mi carrera, pero he convertido algunos más importantes, como a Flamengo, en la Supercopa. Los que me quieren son los hinchas de Estudiantes, que hicieron una peña con mi nombre y una vez que fui con Olimpo a jugar contra ellos me dieron una plaqueta. Muy loco. Como también me quieren los de San Lorenzo: días atrás hicieron un programa homenaje a ese equipo campeón y vinieron a verme al restaurant Mil Amores que tengo en Don Torcuato. Ahora quiero terminar el curso de técnico y dirigir al Rojo. Conozco todo del club, ya que pasé ahí muchos años de mi vida.
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